Es entonces que capturo,
el intrincado tejido del ramaje primordial.
De que la vida sólo te sonríe una vez cada segundo,
Que se escapa con poética irracional,
Con atardeceres de un azul profundo.
Que horripilantes olas no me aguarden,
Y profanen mi existencia desgastada.
Que en mi noche más oscura ardan,
estrellas con eternidad constelada.
Con mística agua clara ,
tu misterio ha fecundado mi conciencia.
Del no saber que me depara,
y saborear de esta terrena existencia.
Y del gran letargo tú me salvas,
con tus brazos expectantes me seduces.
Embriagado del embrujo de tus aguas,
conífero y boscoso por todo el vientre de tus mares.
Fabrizio Aragón