Sobre tu rostro la lejanía dibujando sombras repentinas,
reminiscencias de antaños amaneceres,
caricias descascaradas a nuestras más grandes letanías.
Huyendo de mil realidades,
salpicadas de tedio y desolación,
navegando por misterios y pléyades,
como velas de penumbrosa sensación,
con el espíritu a la deriva, cual constelado vagabundo.
Nuestro recuerdo se posó suavemente sobre las difusas arenas de la mar,
como botellas navegantes pintaron el firmamento por las noches,
este paradisíaco sentimiento no fué cuestión de azar,
Titubeantes despertares sin la más mínima consciencia de ello,
nada de esta terrenal situación me ata y confina,
el velero dispuesto zarpa sin mediar tregua ni queja
y me dispongo a perderme en tus aguas.
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